Bipartidismo político: ¿ventaja o desventaja para México?
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Bipartidismo político: ¿ventaja o desventaja para México?
Hoy en este espacio de opinión política, hablaré sobre el llamado “bipartidismo”, su desarrollo y la premisa si en México, hemos tenido o no, este sistema en años recientes.
El bipartidismo es considerado un sistema político en el que dos partidos mayoritarios compiten por el poder, excluyendo o marginando a los partidos minoritarios. Este sistema se originó después de la Revolución Francesa y se extendió por Europa y otras regiones del mundo. Según la Ley de Duverger (atribuida al politólogo francés Maurice Duverger) , el sistema electoral mayoritario favorece el bipartidismo, mientras que el sistema proporcional favorece el multipartidismo.
Los defensores del bipartidismo, argumentan que este sistema genera una mayor estabilidad política, al evitar la fragmentación y la inestabilidad de las coaliciones entre partidos. Además, sostienen, que el bipartidismo facilita la gobernabilidad, al permitir una mayor claridad y coherencia en las políticas públicas. Asimismo, afirman que favorece la alternancia en el poder y la rendición de cuentas de los gobernantes.
Los críticos, por el contrario, señalan que este sistema limita la diversidad y la pluralidad política, al excluir o discriminar a las minorías y a los nuevos actores sociales. También, indican que el bipartidismo fomenta la polarización y el enfrentamiento entre los dos bloques dominantes, dificultando el diálogo y el consenso. Además, denuncian que propicia el clientelismo y la corrupción, al reducir las opciones y la competencia política.
En el caso de México, el sistema político ha experimentado una transición del bipartidismo al multipartidismo en las últimas décadas. Durante gran parte del siglo XX, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominó el escenario político nacional, con una oposición débil y fragmentada representada por el Partido Acción Nacional (PAN). A partir de finales de los años 80 y principios de los 90, derivado de un rompimiento masivo en las filas tricolores, surgió una fuerza política alternativa: el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que, agrupando el descontento existente, logró disputarle al PRI el poder en algunos estados y municipios.
Sin embargo, en el año 2000, se produjo un hecho histórico: por primera vez en 71 años, el PRI perdió la presidencia de la República a manos de su rival histórico, el PAN, con Vicente Fox como candidato. Este cambio marcó el inicio de una nueva etapa democrática en México, con una mayor competencia y alternancia política. A pesar de ello, se evidenciaron los problemas y desafíos del sistema multipartidista, como la falta de acuerdos entre los partidos, la parálisis legislativa y la ineficacia gubernamental.
Muchos daban como un hecho, que el PRI no recuperaría nunca, la Presidencia de la República, pero en el 2012, llevando como candidato al ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, los tricolores recuperaron parte del poder perdido. Siendo este, uno de los sexenios más cuestionados por las múltiples denuncias de corrupción en el círculo cercano del Presidente.
Esos hechos acumulados, sumados al descontento, enojo y hartazgo de la ciudadanía, llevaron a que, en el año 2018, se produjera otro hecho histórico en materia política: por primera vez en la historia moderna de México, un candidato de izquierda ganó la presidencia de la República con una amplia mayoría: Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) partido de reciente nacimiento y que estaba formado en gran medida, por la desbandada del PRD y que aglutinó a gran parte de los líderes de la izquierda mexicana. Este triunfo representó un cambio radical en el mapa político nacional, con una nueva configuración de fuerzas y actores. Sin embargo, también generó nuevas tensiones y conflictos entre el gobierno y la oposición, así como entre los poderes del Estado.
MORENA se ha caracterizado por presentarse como una opción diferente a los partidos tradicionales, enfocándose en la lucha contra la corrupción, la reducción de la desigualdad social y la implementación de políticas populistas. Su mensaje ha resonado con gran parte de la población mexicana, lo que se refleja en su éxito electoral.
Desde la llegada de MORENA al poder, se ha producido un cambio en el panorama político de México. El PRI, PAN y PRD han perdido fuerza y han tenido que replantear su estrategia para enfrentar el crecimiento de MORENA. Sin embargo, aún conservan una presencia importante en el Congreso y en algunos gobiernos estatales. Sus nulas victorias electorales, los llevó a plantearse formar una Alianza entre los tres, llamada “Va Por México”, para intentar de cierta manera regresar a ser competitivos frente a la nueva aplanadora partidista en que se convirtió el partido del Presidente.
Es importante mencionar que el bipartidismo no ha desaparecido por completo en México, ya que los representantes de la Alianza siguen siendo partidos con representación y seguidores. Sin embargo, la irrupción de MORENA ha introducido una mayor competencia y diversidad en el sistema político mexicano, lo que ha debilitado el dominio tradicional de los dos partidos principales. Es innegable decir, que, de cara al mapa político-electoral actual, MORENA se convirtió de a poco, en el PRI del siglo XXI.
Muchos podrían criticar, que no incluimos en este recuento a Movimiento Ciudadano, que cuenta con dos gubernaturas (Jalisco y Nuevo León), alcaldías, diputaciones locales y federales y algunos Senadores. Considero, que este partido y su comportamiento, por llamarlo de alguna manera, errático de manera histórica, bien valdría la pena para una columna posterior, lo prometo.
Siendo pragmáticos sobre la materia y para concluir, un sistema bipartidista es aquel en el que dos partidos políticos dominan el escenario electoral y se alternan en el poder, excluyendo o marginando a otras fuerzas políticas.
Este sistema puede tener ventajas y desventajas, dependiendo del contexto y de la perspectiva de análisis. Algunos beneficios que se le atribuyen al bipartidismo son la estabilidad política, la gobernabilidad, la claridad ideológica y la responsabilidad de los partidos. Algunos inconvenientes que se le señalan son la falta de pluralismo, la polarización, el clientelismo y la corrupción.
Además, hay que considerar que, en México, el sistema de partidos no es homogéneo ni estático en todo el territorio nacional, sino que presenta variaciones y dinámicas propias en cada entidad federativa. Por lo tanto, no se puede afirmar categóricamente que México pueda o no tener un sistema bipartidista, sino que se debe analizar con cuidado y rigor, cada contexto y situación específica.
Sin duda, la mejor opinión, es la de Ustedes.
Al tiempo.