La Sucesión Presidencial, ya inició.

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La Sucesión Presidencial, ya inició.
Quien se precie de conocer el actuar de Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, sabe perfectamente que la cena-reunión que sostuvo hace unos días con sus “corcholatas” y miembros destacados de Morena, no fue casualidad. Si bien ha dicho, una y otra vez, que no meterá la mano para designar a su posible sucesor o sucesora, los hechos en la realidad dicen otra cosa.
El elemento más destacado, es dictar, unas nuevas reglas no escritas en los entretelones de la política mexicana. No hay tapado, pero hay corcholatas. No hay designación directa, pero yo digo los lineamientos a seguir. Aun no hay elecciones, pero ya dicté quienes serán Presidentes del Senado, Diputados y posiblemente el Secretario(a) de Gobernación y además los obligo, a respetar el resultado de las encuestas que se apliquen.
Por ello, hoy dedicaré estas líneas, a recordar de manera histórica lo que México ha vivido en materia de cambio sexenal y la designación de los candidatos “oficialistas”.
La sucesión presidencial en México siempre ha sido un tema de gran interés y controversia. Desde hace décadas, se ha especulado sobre quién será el próximo presidente o presidenta del país, y cómo se llevará a cabo la selección del mismo.
En este contexto, el término «tapado» adquirió una gran relevancia. Se trataba de un candidato o candidata oficial, que se mantenía oculto o en secreto hasta el momento en que se anunciaba su postulación por el partido. El objetivo de esta estrategia era evitar que fuera objeto de ataques o críticas antes de tiempo, y garantizar su victoria indiscutible en las elecciones.
Es importante decir, que esta estrategia política se ha utilizado en diversas épocas para permitir la negociación y el consenso entre los distintos grupos y facciones políticas en México. En muchos casos, los tapados eran figuras de alto perfil que se mantuvieron en reserva hasta que se consideraba el momento adecuado para anunciar su candidatura.
En el pasado, ha habido varios ejemplos de «tapados» en la política mexicana. Un ejemplo histórico importante ocurrió durante el Porfiriato (1876-1911).
Durante el régimen de Porfirio Díaz, se estableció un sistema conocido como «no reelección», que limitaba el mandato presidencial a un período. Sin embargo, Díaz se reeligió continuamente utilizando la estrategia del tapado, donde seleccionaba a un candidato supuestamente independiente que en realidad era una figura leal a su régimen. Esto permitía a Díaz mantenerse en el poder de manera indirecta y evitar el conflicto directo con la prohibición de la reelección.
Otro ejemplo relevante tuvo lugar en el periodo posrevolucionario mexicano. Después de la Revolución Mexicana (1910-1917), se implementaron una serie de reformas políticas y se estableció el Partido Nacional Revolucionario (PNR), precursor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Durante este tiempo, la selección de candidatos presidenciales se realizaba a través del «dedazo», un proceso en el que el Presidente en funciones, elegía a su sucesor sin una consulta abierta o elecciones internas del partido. Los candidatos presidenciales eran en muchos casos tapados, seleccionados y promovidos por el Presidente para mantener el control sobre el poder político y asegurar la continuidad del partido en el gobierno.
Uno de los más famosos fue Carlos Salinas de Gortari, quien fue seleccionado como candidato presidencial del PRI en 1988. Salinas era un hombre relativamente desconocido en ese momento, un técnico-político, pero logró imponerse gracias a una intensa campaña publicitaria y a una serie de acuerdos entre los líderes del partido.
Sin embargo, la estrategia del «tapado» siempre ha sido criticada por sectores políticos y sociales. Se argumenta que esta práctica va en contra de la transparencia y la democracia, ya que impide que los ciudadanos conozcan a los candidatos con suficiente antelación como para poder evaluarlos adecuadamente.
La tradición del tapado persistió durante gran parte del siglo XX en México. Sin embargo, con la transición hacia la democracia y el establecimiento de elecciones libres y justas, este modelo de selección de candidatos ha ido cambiando.
También debemos reconocer, que fue a partir de la década de 2000, aproximadamente, que se han llevado a cabo, incluso elecciones primarias y procesos internos un poco más transparentes en los principales partidos políticos, lo que ha permitido una mayor participación y elección de los candidatos presidenciales por parte de la militancia y los ciudadanos.
En las próximas elecciones presidenciales, que se llevarán a cabo en 2024, es muy distinta la estrategia presidencial seguida, por lo menos hasta este día. Por ello, habrá que estar muy pendientes de los resolutivos que salgan del Consejo Nacional de Morena, que se celebrará el próximo domingo. Mientras tanto, la corcholata Marcelo Ebrard, logró apretar el tiempo y presionar a Sheinbaum, Monreal y Adán Augusto a presentar sus renuncias para competir en la mayor igualdad de condiciones posibles.
Usted se preguntará, ¿Y la oposición? Ellos bien, gracias. Pareciera que no han entendido lo que las elecciones de los últimos dos años les han dicho. Están dormidos en un letargo del que parece no quieren despertar.
Nos leemos, la próxima semana.
Al tiempo…