Política
Un CCE estancado en la crisis, la falta de respuesta durante la pandemia

La pandemia de covid-19 representó un reto sin precedentes para la economía mexicana. Empresas de todos los tamaños se enfrentaron a disrupciones en la producción, cierres de negocios y una incertidumbre financiera generalizada. Ante este panorama, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) tenía la responsabilidad de representar los intereses del sector privado, proponer medidas para mitigar el impacto económico y asegurar que las empresas, en especial las pequeñas y medianas (pymes), recibieran apoyo para sobrevivir a la crisis. Sin embargo, bajo la presidencia de Francisco Cervantes, la respuesta del CCE fue percibida como insuficiente y tardía, generando críticas sobre su liderazgo y capacidad de incidencia en la política pública.
Mientras otros países aplicaron de inmediato estrategias de apoyo económico, México tardó en establecer medidas de alivio fiscal y financiamiento para empresas en riesgo de cierre. Y la actuación del CCE fue más bien moderada, optando por una postura de diálogo con el gobierno en lugar de presionar por apoyos directos y mecanismos efectivos para la recuperación. La falta de pronunciamientos contundentes y propuestas concretas dejó al sector privado sin un respaldo claro, y muchas empresas se vieron obligadas a cerrar sin acceso a créditos accesibles o estímulos fiscales adecuados.
Uno de los mayores cuestionamientos a la gestión de Cervantes fue la falta de un plan integral para la reactivación económica de las pymes, que fueron las más afectadas por la crisis. A pesar de representar más del 90% de las unidades económicas del país y generar cerca del 70% del empleo formal, estas empresas no contaron con un respaldo sólido del Consejo en sus exigencias de alivios fiscales, condonación de impuestos o programas de financiamiento flexibles. En contraste, países como Estados Unidos y Alemania anunciaron paquetes de ayuda que incluyeron subsidios salariales y líneas de crédito con tasas de interés mínimas, asegurando la supervivencia de sus sectores productivos.
CCE con limitada capacidad de digitalización
Otro aspecto que evidenció la falta de liderazgo del CCE fue su limitada capacidad para impulsar una estrategia de digitalización y modernización empresarial que permitiera a las empresas adaptarse a las nuevas condiciones de mercado. La pandemia aceleró la transición a modelos de negocio digitales, pero sin el apoyo de organismos empresariales como el CCE, muchas pymes no lograron ejecutar soluciones tecnológicas para continuar operando en medio de la crisis. La ausencia de iniciativas concretas para promover la digitalización y la capacitación empresarial dejó al sector vulnerable.
Además, la dependencia de insumos extranjeros, combinada con cierres de fronteras y restricciones logísticas, afectó gravemente la producción nacional y no se observó una postura activa del CCE para proponer soluciones que garantizaran la continuidad de la producción y distribución de bienes esenciales. La falta de coordinación con otros sectores y la ausencia de un plan de contingencia afectaron no solo a las grandes empresas, sino también a las pymes que dependían de estos insumos para operar.
El problema no solo radicó en la falta de acciones contundentes durante la crisis, sino también en la ausencia de una estrategia de recuperación económica a largo plazo. A medida que otros países desarrollaban políticas para acelerar la inversión y fomentar la recuperación del empleo, México carecía de un plan estructurado en el que el CCE tuviera una participación visible y efectiva. La falta de liderazgo en este proceso debilitó la posición del organismo y dejó al sector empresarial sin una voz fuerte que impulsara su recuperación en la agenda gubernamental.
La ausencia de propuestas contundentes para apoyar a las pymes, la falta de iniciativas en digitalización y la escasa presión para obtener incentivos fiscales son señales de una gestión poco efectiva en tiempos de crisis. Con su reciente reelección hasta 2025, Francisco Cervantes tiene una nueva oportunidad para demostrar un liderazgo más proactivo y corregir las deficiencias que marcaron su gestión durante la emergencia sanitaria.
