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Cuando no es fácil representar a todos: la inclusión de pymes en la agenda del CCE

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CFI

Uno de los grandes retos de Francisco Cervantes al frente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ha sido representar a un sector empresarial sumamente diverso. El organismo agrupa a grandes corporativos, pero también a miles de pequeñas y medianas empresas (pymes), cuyas necesidades y problemáticas son muy distintas. Algunas voces críticas señalan que el liderazgo de Cervantes ha estado más enfocado en los intereses de los grandes conglomerados, dejando en un segundo plano las problemáticas que enfrentan las pymes, especialmente en temas de financiamiento, digitalización y acceso a nuevos mercados.

Aunque se han impulsado iniciativas para fortalecer el universo de los emprendedores, se percibe una falta de políticas específicas que atiendan las desigualdades dentro del propio sector empresarial. Esta visión afecta la credibilidad del CCE como un organismo verdaderamente representativo de todos los actores económicos del país. Las pymes, que representan más del 90% de las unidades económicas en México y generan alrededor del 70% del empleo, han señalado una desconexión entre sus necesidades reales y la agenda que impulsa el CCE.

Adicionalmente, la gestión de Cervantes durante la postpandemia de covid-19 puso en evidencia esta brecha. Mientras que las grandes empresas pudieron adaptarse con mayor facilidad a las nuevas condiciones, muchas pymes enfrentaron cierres definitivos por la falta de apoyos concretos. La falta de propuestas contundentes por parte del CCE para proteger a estos negocios ha sido motivo de críticas, destacando la necesidad de una agenda más inclusiva. La ausencia de una interlocución efectiva con el gobierno para establecer apoyos fiscales específicos, financiamiento accesible o programas de digitalización para pequeños negocios evidenció una debilidad en el liderazgo del CCE.

Este desequilibrio también se refleja en la falta de programas de capacitación y digitalización específicos para pymes, en contraste con el apoyo que reciben grandes corporativos en temas de innovación y sustentabilidad. La inclusión efectiva de este sector en la agenda del CCE es fundamental para un crecimiento económico que en verdad sea equitativo. Las pymes enfrentan problemáticas particulares, como la falta de acceso a tecnologías emergentes, dificultades para formar parte de redes internacionales de producción, distribución y comercio y limitaciones en la obtención de créditos.

Además de la limitada atención a las pymes, otro aspecto que ha generado críticas en la gestión de Cervantes es la falta de una estrategia proactiva frente a crisis económicas globales, como la crisis producción derivada de la pandemia, la cual dejó en evidencia la fragilidad de los sistemas logísticos internacionales y cómo estas disrupciones impactan de forma desproporcionada a las pequeñas y medianas empresas. Sin una representación fuerte y una voz influyente en la toma de decisiones, las pymes quedaron expuestas a la volatilidad de los mercados internacionales sin el respaldo necesario.

Por otra parte, la transparencia en la toma de decisiones dentro del CCE también ha sido cuestionada. La percepción de que las políticas y estrategias del organismo están determinadas por un grupo reducido de grandes empresarios, sin un proceso amplio de consulta con el resto de los sectores, limita la participación activa de las pymes en la definición de la agenda empresarial nacional. La falta de mecanismos de rendición de cuentas y de participación democrática interna debilita la legitimidad del CCE como un organismo representativo del empresariado mexicano en su conjunto.

La política fiscal es otro ámbito donde la voz de las pequeñas y medianas empresas ha sido poco visible. Durante las discusiones sobre reformas fiscales, se ha criticado que el CCE, bajo la gestión de Cervantes, no haya defendido de manera contundente la necesidad de un régimen fiscal más justo y flexible para las pequeñas empresas, que enfrentan una carga tributaria desproporcionada en comparación con las grandes corporaciones. La falta de una postura clara sobre este tema refleja la desconexión entre el organismo y los problemas cotidianos de los pequeños empresarios.

Es claro que la gestión de Francisco Cervantes al frente del CCE deja mucho que desear en la representación de todos los sectores del empresariado mexicano. Esta sigue siendo una tarea pendiente. La falta de inclusión efectiva de las pymes en la agenda del organismo, sumada a la limitada capacidad de respuesta frente a crisis globales, la falta de una política fiscal más equitativa y la opacidad en la toma de decisiones, son áreas que requieren atención urgente. Para que el CCE recupere su papel como un verdadero representante de la diversidad empresarial del país, es necesario un liderazgo más inclusivo, transparente y comprometido con el desarrollo de todos los sectores productivos, sin excepción.

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