Tula: la región más contaminada, ¿del mundo?
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Tula: la región más contaminada, ¿del mundo?
La región de Tula, en el estado de Hidalgo, se enfrenta a una problemática alarmante: la contaminación ambiental. A medida que los complejos energéticos e industriales han crecido, los impactos negativos en el aire, el agua y el suelo se han vuelto cada vez más evidentes. Esta columna de opinión busca destacar la urgencia de abordar este problema y resaltar la importancia de tomar medidas concretas para proteger el medio ambiente y la salud de la comunidad.
Tula es un importante sitio arqueológico que fue la capital del antiguo imperio tolteca, una de las civilizaciones precolombinas más destacadas de Mesoamérica. Se dice que se estableció alrededor del siglo VII y alcanzó su apogeo entre los siglos X y XII. Durante su época de esplendor, Tula se convirtió en un centro político, económico y militar. Su influencia se extendió a través de vastas regiones, llegando incluso a tener relaciones comerciales y diplomáticas con otras civilizaciones importantes, como los mayas y los zapotecas. La región es famosa mundialmente, por las esculturas monumentales conocidas como “atlantes”. Estas estatuas representan guerreros en posturas erguidas, sosteniendo en sus manos lanzas o cuchillos. Se cree que los atlantes eran símbolos de la fortaleza y el poder militar de la civilización tolteca.
La contaminación en la región se remonta a 1972, cuando comenzó la construcción de la refinería Miguel Hidalgo, inaugurada el 18 de marzo de 1976. En la década de 1980, se registraron altos niveles de plomo en la sangre de los habitantes, lo que llevó a la clausura temporal de la refinería.
Sumado a lo anterior, la operación de la Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos de la CFE, que de acuerdo a datos consultados emite el 56% de las partículas más pequeñas inhalables menores a 2.5 micras (PM2.5), el 75% de los Óxidos de Azufre, y el 43% de los Óxidos de Nitrógeno de toda la Zona Metropolitana del Valle de México.
Desde entonces, la actividad industrial ha aumentado significativamente en la zona, con las cementeras Holcim-Apasco, Cemex, Lafarge Cruz Azul y Caleras Beltrán, además de empresas de la industria química, metalúrgica, metalmecánica, entre otras
Las cifras hablan por sí mismas. Según datos oficiales recientes, los niveles de dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas suspendidas en el aire superan los límites establecidos por la normativa ambiental. Durante años, los habitantes de la región han respirado un aire irrespirable, lo que ha tenido graves consecuencias para su salud. Enfermedades respiratorias, alergias y problemas cardiovasculares se han convertido en una triste realidad para muchos.
Como resultado de esto, en el año 2006 la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declaró a la zona de Tula, la ciudad más contaminada del mundo.
Según datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en 2019 la calidad del aire fue mala en un 99% de los días del año. Además, se registraron niveles peligrosos de partículas PM2.5 y ozono, que pueden causar problemas respiratorios y cardiovasculares en la población.
Por si esto fuera poco, la descarga de las aguas residuales de toda la Zona Metropolitana del Valle de México, son depositadas en la presa Endhó, la cual tiene ya, altos niveles de Mercurio, Arsénico, Plomo, Bario y otros, que generan enfermedades en los pobladores. Esto ha llevado a la contaminación paralela de ríos y cuerpos de agua cercanos, afectando la calidad del agua potable y amenazando la vida acuática. Según las cifras más recientes, un alarmante porcentaje de los cuerpos de agua de la región no cumplen con los estándares de calidad establecidos.
El suelo fértil, una vez orgullo de Tula, está siendo envenenado también por la acumulación de sustancias tóxicas. La falta de un manejo adecuado de los residuos industriales y la presencia de metales pesados amenazan la salud y la productividad agrícola de la región. Las cifras revelan una triste realidad: los niveles de contaminación del suelo superan los límites establecidos, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y el sustento de las comunidades rurales.
Según datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en 2019 la calidad del aire fue mala en un 99% de los días del año. Además, se registraron niveles peligrosos de partículas PM2.5 y ozono, que pueden causar problemas respiratorios y cardiovasculares en la población.
Estamos ante una crisis ambiental urgente que requiere acciones concretas. Las cifras revelan la magnitud del problema y la necesidad de abordarlo de manera integral. Proteger el aire, el agua y el suelo es vital para salvaguardar la salud de los habitantes y garantizar un entorno sostenible para las generaciones futuras. Ahora es el momento de unir fuerzas y trabajar juntos para construir un Tula más limpio, saludable y próspero.
Se requieren medidas estrictas de control de emisiones industriales, así como la implementación de tecnologías más limpias y eficientes. La modernización de la infraestructura y el transporte público también son esenciales para reducir la contaminación del aire. Además, se deben fortalecer los sistemas de tratamiento de aguas residuales y promover prácticas agrícolas sostenibles que minimicen la contaminación del suelo.
La educación ambiental y la participación ciudadana también juegan un papel crucial. Es necesario concientizar a la comunidad sobre los riesgos de la contaminación y fomentar cambios de comportamiento que promuevan un estilo de vida más respetuoso con el medio ambiente. Ya no podemos dejar pasar más tiempo sin acción.
Gracias a este importante medio, por la oportunidad de publicar esta columna. Hasta la próxima.