Ucrania: Un conflicto enraizado en la historia.
#ColumnaInvitada
Ucrania: Un conflicto enraizado en la historia.
Agradecemos el espacio brindado, para darles a conocer esta #ColumnadeOpinión sobre uno de los temas internacionales que más atención mediática ha tenido.
La guerra en Ucrania y Rusia ha captado la atención internacional en los últimos meses, generando una creciente preocupación por las implicaciones políticas, humanitarias y geoestratégicas de este conflicto. Detrás de los enfrentamientos en curso y la tensión latente entre ambos países, se esconden profundos vínculos históricos y culturales que han desempeñado un papel crucial en la configuración de esta crisis. Para comprender plenamente las razones detrás de esta guerra, es necesario examinar los antecedentes históricos ucranianos.
La relación con Rusia se remonta a siglos atrás. Durante la Edad Media, los principados ucranianos (La Rus de Kiev) y los territorios rusos establecieron una serie de alianzas y conflictos. La Rus de Kiev, era un estado feudal, eslavo oriental, que alcanzó su máximo esplendor en los siglos IX al XIII. Bajo el reinado de príncipes como Volodymyr el Grande y Yaroslav el Sabio, donde se experimentó un florecimiento cultural y comercial.
En el siglo XIII, la región de Ucrania cayó bajo la dominación de la Horda de Oro, un imperio mongol. Durante este período, se fragmentó en varios principados, y los mongoles impusieron su autoridad y establecieron tributos. Sin embargo, a medida que el poder de la Horda de Oro se debilitaba, surgieron oportunidades para la autonomía y la resistencia.
A partir del siglo XVI, los cosacos, un grupo guerrero y nómada, desempeñaron un papel importante en la historia. Establecieron una especie de república autónoma, conocida como Hetmanato Cosaco. Los cosacos se ganaron una reputación por su resistencia y su lucha contra las invasiones y opresiones extranjeras, destacándose en las guerras contra Polonia y el Imperio Otomano.
A finales del siglo XVIII, Ucrania fue dividida y anexada por los vecinos poderosos: Polonia, Rusia y el Imperio Austrohúngaro. Estas particiones llevaron a un período de opresión cultural y política, con restricciones impuestas a la lengua y cultura ucranianas. Durante este tiempo, se desarrolló un movimiento nacionalista ucraniano, luchando por la independencia y la preservación de la identidad ucraniana.
Sin embargo, el Imperio Ruso fue quien anexó la mayor parte de Ucrania, unificando ambos territorios bajo una sola autoridad. Esta unificación trajo consigo una intentona de rusificación gradual y una supresión de su identidad cultural y lingüística.
En 1917, la Revolución Rusa llevó al derrocamiento del régimen zarista y al establecimiento de un gobierno socialista liderado por los bolcheviques, encabezados por Vladimir Lenin. Como parte de la nueva estructura política, Ucrania se declaró como la República Popular Ucraniana, con el objetivo de establecer su autonomía y autodeterminación.
Durante la Guerra Civil Rusa (1918-1922), se convirtió en un campo de batalla entre diferentes facciones: el Ejército Rojo (bajo el mando de los bolcheviques), los nacionalistas ucranianos y las fuerzas contrarrevolucionarias. Finalmente, el Ejército Rojo logró consolidar su control sobre Ucrania y estableció la República Socialista Soviética de Ucrania en 1922. Formando parte de la naciente URSS.
Durante el periodo soviético, Ucrania experimentó una serie de transformaciones políticas, económicas y culturales. Se impulsó la colectivización agrícola, se desarrolló una fuerte industrialización y se implementó un régimen político autoritario y centralizado.
Uno de los episodios más oscuros de la relación entre Ucrania y la URSS, fue la Hambruna de Holodomor. Entre 1932 y 1933, una política de colectivización forzada y confiscación de alimentos por parte del régimen soviético, provocó una devastadora hambruna. Millones de personas murieron como resultado de esta tragedia, y la respuesta del gobierno soviético exacerbó la crisis humanitaria.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Ucrania fue escenario de brutales enfrentamientos entre la Alemania nazi y la URSS. La invasión alemana en 1941, llevó a la ocupación de gran parte de Ucrania y a la implementación de políticas de exterminio, especialmente contra la población judía. La resistencia ucraniana se organizó tanto contra los nazis como contra el gobierno soviético.
El 24 de agosto de 1991, el Parlamento ucraniano adoptó una Declaración de Independencia, proclamando oficialmente la soberanía y el estado independiente de Ucrania. Este acto marcó el comienzo de una nueva era en la historia del país.
La independencia fue reconocida por numerosos países y organizaciones internacionales, siendo admitida como miembro de pleno derecho de la ONU el 24 de octubre de 1991, lo que consolidó su posición como estado independiente en la arena internacional.
Sin embargo, las tensiones entre Ucrania y Rusia se mantuvieron latentes, especialmente en regiones como Crimea y la zona del este, donde existe una fuerte presencia étnica y cultural rusa.
En 2014, Rusia se anexó la península de Crimea, lo que desató un nuevo conflicto. Este acto fue ampliamente condenado por la comunidad internacional y considerado una violación flagrante del derecho internacional. Posteriormente, estalló una guerra en el este de Ucrania, donde grupos separatistas apoyados por Rusia, se enfrentaron al gobierno central ucraniano. Esta guerra dejó un saldo trágico de miles de muertos y desplazados.
El 24 de febrero del 2022, en un discurso que muchos no esperaban, el presidente ruso Vladimir Putin anunció el inicio de lo que denominó la “operación militar especial” en Ucrania. Su homólogo ucraniano Volodímir Zelenski respondió poco después, declarando la ley marcial y la movilización general.
Este conflicto actual, ha suscitado preocupación por la violación de los derechos humanos, incluidas denuncias de tortura, detenciones arbitrarias y violencia generalizada contra civiles. Además, ha generado una crisis humanitaria significativa, con escasez de alimentos, agua y servicios básicos en las áreas afectadas. La comunidad internacional ha instado a ambas partes a buscar una solución pacífica y respetar los acuerdos internacionales.
Esta guerra tiene importantes implicaciones políticas y geoestratégicas. Para Rusia, mantener una influencia en Ucrania es fundamental para su seguridad y su visión de un espacio geopolítico cercano. Ucrania, por su parte, busca preservar su independencia y su identidad nacional, buscando una mayor integración con Europa y Occidente.
También ha repercutido en las relaciones entre Rusia y Occidente. Las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea a Rusia como resultado de su intervención en Ucrania han tensado las relaciones diplomáticas y comerciales. Asimismo, ha generado una preocupación generalizada sobre la estabilidad en Europa y la posibilidad de una escalada militar.
Es fundamental que la comunidad internacional se comprometa en la búsqueda de una solución rápida y pacífica, promoviendo el diálogo y el respeto por el derecho internacional.
Solo a través de la reconciliación y el entendimiento mutuo se podrá construir un futuro estable y próspero para Ucrania y Rusia, en beneficio de sus pueblos y de la región en su conjunto.
HM