La corrupción en México.
#Columna La corrupción en México.
La corrupción ha sido un problema histórico en México que ha permeado en todos los aspectos de la sociedad. A pesar de los esfuerzos por combatirla, sigue siendo un lastre que impide el desarrollo y el bienestar del país.
Es importante entender que la corrupción es un fenómeno complejo y multifacético que puede manifestarse de diversas formas en diferentes períodos históricos y que venimos arrastrando y “perfeccionando” desde entonces.
Durante la época colonial, estaba presente en diversas instituciones españolas y locales que gobernaban la Nueva España. La administración colonial se caracterizó por prácticas corruptas en la recaudación de impuestos, el otorgamiento de privilegios a ciertos grupos y la explotación de los recursos naturales en beneficio propio.
Tras la independencia de México, el país luchó por establecer una república democrática y estable. Sin embargo, las luchas políticas y las rivalidades regionales dieron lugar a prácticas corruptas en los gobiernos locales y nacionales. La inestabilidad política y la falta de instituciones sólidas facilitaron la corrupción en la administración pública.
Durante la Guerra de Reforma (1857-1861), que enfrentó a liberales y conservadores en una lucha por el poder, también se documentaron actos de corrupción en ambos bandos. La guerra exacerbó la división y la inestabilidad política, lo que afectó negativamente el estado de las instituciones gubernamentales.
Cuando Porfirio Díaz asumió la presidencia en 1876, buscó consolidar el poder y modernizar el país. Durante sus primeros años en el cargo, implementó algunas reformas efectivas y atrajo inversión extranjera. Sin embargo, con el tiempo, el régimen de Díaz se volvió más autoritario y represivo, lo que llevó a un aumento significativo de la corrupción en todas las áreas del gobierno y la economía.
Después de la reconstrucción post revolución y creación de las instituciones que dan forma al país que hoy tenemos, la corrupción se consolidó como una práctica común en los gobiernos del PRI, quienes utilizaron la coacción y el soborno para mantenerse en el poder y beneficiar a sus aliados.
Durante los años 70, 80 y 90, México experimentó un aumento significativo en los niveles de corrupción en diversos sectores gubernamentales y privados. Estas décadas estuvieron marcadas por cambios políticos, económicos y sociales que influyeron en la forma en que se manifestó la corrupción en el país.
El nepotismo y el clientelismo fueron prácticas comunes durante estos años. Los funcionarios públicos y políticos otorgaban puestos y contratos a familiares y aliados sin tener en cuenta el mérito o la capacidad, lo que llevó a una administración ineficiente y a una distribución inadecuada de los recursos públicos. Además, enfrentamos una severa crisis económica que llevó a la adopción de políticas de endeudamiento externo. Sin embargo, parte de esos préstamos, fue objeto de corrupción y malversación, ya que algunos funcionarios desviaron fondos para beneficio personal o de grupos cercanos.
Es importante mencionar, que hubo esfuerzos para combatir la corrupción durante estos años, pero los resultados fueron limitados debido a la resistencia institucional y la falta de voluntad política para implementar reformas profundas.
En la actualidad, México ocupa el lugar 124 de 180 países en el Índice de Percepción de la Corrupción 2020, elaborado por Transparencia Internacional. Este índice mide la percepción de corrupción en el sector público y considera factores como las leyes y regulaciones anticorrupción, y la transparencia en la gestión pública.
Además, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la corrupción representa pérdidas económicas equivalentes al 9% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto significa, que cada año se pierden miles de millones de pesos que podrían destinarse a mejorar servicios públicos o a programas sociales.
Ante esta situación, son necesarias medidas contundentes para combatir la corrupción en México. Una de las principales expectativas, es que se implementen reformas legales que permitan una mayor transparencia y rendición de cuentas en el sector público. En este sentido, la creación del Sistema Nacional Anticorrupción en 2015 fue un paso importante, que buscó coordinar acciones para prevenir y sancionar actos de corrupción en todos los niveles de gobierno.
Otra medida, es fortalecer los mecanismos de fiscalización y control en el sector público. Esto podría lograrse mediante la utilización de tecnología y herramientas digitales que permitan una mayor transparencia en la gestión pública, como la publicación en línea de información sobre presupuestos y gastos gubernamentales.
Para concluir, es evidente que la corrupción sigue siendo un problema muy grave en México que afecta el desarrollo económico y social del país. Es importante fomentar la participación ciudadana en su lucha. La ciudadanía debe estar informada y ser consciente de sus derechos y deberes para poder exigir transparencia y responsabilidad a las autoridades. En este sentido, las redes sociales y las organizaciones civiles pueden jugar un papel importante para difundir información y promover la participación ciudadana.
Sin embargo, para lograr ese cambio real, es necesario un compromiso a largo plazo por parte de todas las partes involucradas. Los gobiernos deben estar dispuestos a implementar medidas efectivas para combatir la corrupción, mientras que los ciudadanos debemos estar dispuestos a colaborar y a denunciar actos de corrupción cuando sean detectados.
Solo así, podremos construir una sociedad más justa y equitativa para todos los mexicanos.
Al tiempo.